Sobre el libro de Garbín 03/04/2004
ENHORABUENA A GARBÍN POR “EN EL EXILIO DE LOS DÍAS ROTOS”
Encarnación Rubio, empleada municipal en el servicio de la limpieza en Cullar-Vega, pueblo de la provincia de Granada, ha sido atropellada con un coche por su propio marido. Este le pasó el vehículo por encima hasta tres veces, y un anciano de 70 años que quiso socorrerla por poco sufre lo mismo que ella. La presidenta del Observatorio de la Violencia dice que “falló la vigilancia de la policía”. Encarnación tenía 46 años y pasa a engrosar la tenebrosa lista de las mujeres maltratadas, en este caso de las asesinadas, de este país. Todo esto lo pudimos ver y oír por todas las cadenas de televisión y leerlo en todos los periódicos.
Hoy jueves 1º de abril he recibido un paquete de dos libros, regalo de nuestro buen amigo y poeta Juan Garbín. Uno es para los anaqueles de la biblioteca “Salvador Rueda” de mi barrio y el otro para mi modesta colección. Cruel y lamentable coincidencia. Les digo que es una cruel coincidencia porque el libro, cuyo autor es Garbín, se titula: “En el exilio de los días rotos” (Por la defensa de la mujer maltratada). Sus setenta y seis páginas es una oda llena de respeto y de cariño que Juan ha coloreado con amor toda la oscuridad tenebrosa de los maltratos hacia las mujeres; derramando ternura y belleza en cada uno de sus versos. De entre todos los poemas maravillosos me he detenido en “Manantial”, (pag 30). Los primeros versos de este poema empiezan: “Quiero /ser látigo / forjado de palabras, / que una vez en alto / fustigue / a los verdugos / que expanden / indefensión / y horror / sobre la mujer....... / ...... Estos cobardes /cuanto más golpean / más se regocijan / en el dolor / y en el llanto ajeno. / Manantial de lágrimas / bajo el yugo del silencio........./ . Yo sé que Garbín es tan buena gente que solo les da a estos cabrones “latigazos forjados de palabras”, pero habrá quienes deseen dárselos físicamente con un buen zurriago en los costillares y así sabrían apreciar lo que es sentirse indefenso. A estos verdugos sayones, sádicos y carentes de cojones, siempre se les reconoce por la cara de miedo que ponen cada vez que atacan a sus parejas.
Amable lector por favor, hágase con un ejemplar, localicen el lugar donde puedan adquirirlo y propaguen a los cuatro vientos los versos llenos de amor hacia estas mujeres humilladas y maltratadas que Garbín ha sacado de su alma hacia ellas, para que estos cobardes, protervos y malnacidos se escondan en su concha de falso falócrata, ergo machista de mierda, como los cuernos de los caracoles apenas se les tocan. “¿Qué honra / decís guardar / cuando carecéis / de honra /”, dice el poeta rusadiano (gentilicio de Rusadir). Muchas de estas mujeres llenas de honradez, en bien de sus hijos y para que su familia, padres y hermanos no sufran, lloran a solas hacia dentro de sus corazones sin que apenas se les aprecien las lágrimas; es como se siente más dolor en el alma, hasta que el eyaculador precoz, su amo y señor con derecho de pernada que duerme en su cama, abusando de ella cada vez que se le antoja, acaba con su vida. Decía Concepción Arenal que a veces un hombre perverso, (como todos los maltratadores), es padre amante y en la atmósfera de maldades el amor paternal se conserva puro como una flor en un muladar. Que ya es difícil encontrar una flor en medio de la mierda.
Yo creo, y me parece que creo bien, que ningún hombre conoce lo mala persona que es hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno, y si supieran algunos las ventajas de esa fuerza que es la virtud, como ser una buena persona, se convertirían en gentes honradas; pero claro, eso solo sería por el más puro y duro egoísmo.
Mi enhorabuena a Juan Garbín por la publicación de: “En el exilio de los días rotos” que me ha servido para denunciar esta lacra de los maltratos a mujeres por parte de sus parejas.
Reciban un cordial saludo
Juan J. Aranda
Málaga 3 d abril 2004
Encarnación Rubio, empleada municipal en el servicio de la limpieza en Cullar-Vega, pueblo de la provincia de Granada, ha sido atropellada con un coche por su propio marido. Este le pasó el vehículo por encima hasta tres veces, y un anciano de 70 años que quiso socorrerla por poco sufre lo mismo que ella. La presidenta del Observatorio de la Violencia dice que “falló la vigilancia de la policía”. Encarnación tenía 46 años y pasa a engrosar la tenebrosa lista de las mujeres maltratadas, en este caso de las asesinadas, de este país. Todo esto lo pudimos ver y oír por todas las cadenas de televisión y leerlo en todos los periódicos.
Hoy jueves 1º de abril he recibido un paquete de dos libros, regalo de nuestro buen amigo y poeta Juan Garbín. Uno es para los anaqueles de la biblioteca “Salvador Rueda” de mi barrio y el otro para mi modesta colección. Cruel y lamentable coincidencia. Les digo que es una cruel coincidencia porque el libro, cuyo autor es Garbín, se titula: “En el exilio de los días rotos” (Por la defensa de la mujer maltratada). Sus setenta y seis páginas es una oda llena de respeto y de cariño que Juan ha coloreado con amor toda la oscuridad tenebrosa de los maltratos hacia las mujeres; derramando ternura y belleza en cada uno de sus versos. De entre todos los poemas maravillosos me he detenido en “Manantial”, (pag 30). Los primeros versos de este poema empiezan: “Quiero /ser látigo / forjado de palabras, / que una vez en alto / fustigue / a los verdugos / que expanden / indefensión / y horror / sobre la mujer....... / ...... Estos cobardes /cuanto más golpean / más se regocijan / en el dolor / y en el llanto ajeno. / Manantial de lágrimas / bajo el yugo del silencio........./ . Yo sé que Garbín es tan buena gente que solo les da a estos cabrones “latigazos forjados de palabras”, pero habrá quienes deseen dárselos físicamente con un buen zurriago en los costillares y así sabrían apreciar lo que es sentirse indefenso. A estos verdugos sayones, sádicos y carentes de cojones, siempre se les reconoce por la cara de miedo que ponen cada vez que atacan a sus parejas.
Amable lector por favor, hágase con un ejemplar, localicen el lugar donde puedan adquirirlo y propaguen a los cuatro vientos los versos llenos de amor hacia estas mujeres humilladas y maltratadas que Garbín ha sacado de su alma hacia ellas, para que estos cobardes, protervos y malnacidos se escondan en su concha de falso falócrata, ergo machista de mierda, como los cuernos de los caracoles apenas se les tocan. “¿Qué honra / decís guardar / cuando carecéis / de honra /”, dice el poeta rusadiano (gentilicio de Rusadir). Muchas de estas mujeres llenas de honradez, en bien de sus hijos y para que su familia, padres y hermanos no sufran, lloran a solas hacia dentro de sus corazones sin que apenas se les aprecien las lágrimas; es como se siente más dolor en el alma, hasta que el eyaculador precoz, su amo y señor con derecho de pernada que duerme en su cama, abusando de ella cada vez que se le antoja, acaba con su vida. Decía Concepción Arenal que a veces un hombre perverso, (como todos los maltratadores), es padre amante y en la atmósfera de maldades el amor paternal se conserva puro como una flor en un muladar. Que ya es difícil encontrar una flor en medio de la mierda.
Yo creo, y me parece que creo bien, que ningún hombre conoce lo mala persona que es hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno, y si supieran algunos las ventajas de esa fuerza que es la virtud, como ser una buena persona, se convertirían en gentes honradas; pero claro, eso solo sería por el más puro y duro egoísmo.
Mi enhorabuena a Juan Garbín por la publicación de: “En el exilio de los días rotos” que me ha servido para denunciar esta lacra de los maltratos a mujeres por parte de sus parejas.
Reciban un cordial saludo
Juan J. Aranda
Málaga 3 d abril 2004
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