miércoles, enero 04, 2006

Relato de Josefa Lerma Nebro Marzo 2004

RELATO DE JOSEFA LERMO NEBRO


     Adentrándome hoy en el pasado y hurgando en los libros de nuestra Historia, he sacado uno de los más bellos acontecidos recuerdos de dos ciudades.  Me refiero a las hermanas Málaga, la Málaga de mi alma, y Melilla, la africana y española.  Queridas, tanto por unos y otros de ambas orillas.  Las dos son bellas, iguales en su común devenir histórico.  Nuestra Málaga está: ¡sembrá! de ricas costumbres; con gentes dotadas de arte, de alegría y lo más importante: de amor hacia los demás, como en la leyenda de su escudo indica.  Su hermana menor, la Africana, Melilla, la de los edificios neoclásicos, llena de encanto; pintores y escultores que la miman, y el elenco de artistas y poetas juglares que le cantan con su amor hacia la patria chica.
     Las dos son hermanas desde siempre, siendo a finales del siglo XV, con solo dos años se diferencian la pertenencia de ambas a la Corona de Castilla.   Málaga en 1495 y Melilla en 1497.   Su transcurso de hermanamiento lo menciono porque me es muy grato hacerlo y también para que no olvidemos los acontecimientos que ambas han llevado a cabo en estos cinco siglos.
     Quisiera hacer un pequeño paréntesis para conocer, en síntesis, a las dos ciudades hermanas.   Melilla que se alza altiva sobre el mar podemos ver las antiguas murallas calcáreas con sus barbacanas, el Torreón del Bonete, el de las Cabras, el de Bernal Francés. En su Centro neurálgico, cuyo vértice es el Ayuntamiento, actual Asamblea de la Ciudad Autónoma con sus calles y avenidas achaflanadas sin esquinas.  La Plaza de Toros, llamada la Mezquita del Toreo, y tantos edificios y monumentos históricos que son testigos del paso de españoles, héroes todos, que dieron sus vidas por ese trocito de España en África.
     Málaga la Bella, mi Málaga de mis “entretelas”, la Malaka romana y la Maynake griega, cantada por tantos poetas, la parieron frente al mar, nuestro Mare Nostrum, con la Cortina del Muelle nacida en el antiguo Boquete del Muelle, su Paseo de la Farola, su Parque y la Alameda festoneada de ficus centenarios.  La catedral, llamada “La Manquita” por la falta de una de sus torres.  El Monte de Gibralfaro con el Castillo de su mismo nombre.  Sus calles y plazas, llenas de alegría con su puerto, al igual que Melilla te invitan a pasear, y los soñadores hacemos eso: soñar y disfrutar de nuestro clima y de nuestra idiosincrasia andaluza.   Para ti lector que brevemente te he adentrado en la Historia de nuestras dos ciudades, lo he hecho, renglón a renglón, con todo el cariño de mi malagueñismo con el amor que siento hacia ambas ciudades.
     Desde Málaga os envío un abrazo de hermana con todo mi amor de poetisa.
                                   

Josefa Lerma Nebro
                                   Málaga marzo de 2004