Saludos al presidente de la federación de casas de Melilla 22/03/2004
SALUDOS AL PRESIDENTE DE LA FEDERACION DE CASAS DE MELILLA
Pido disculpas, y donde dije digo, digo Diego, y valga la redundancia si lo digo por si alguien, como el Presidente de la Federación de Casas de Melilla en la Península, señor Nicasio García García, se ha molestado por las palabras: “prebendas”, “subvenciones” o “aguinaldos” que vierto en mi escrito de 29 de febrero al solicitar alguna aportación de las Casas de Melilla para la restauración del Paso del Santo Entierro. Como usted bien dice, señor García, de no entrar en polémica, yo tampoco entro en discusiones de temas que nos afectan a todos, y más a nuestra Cultura ancestral con un señor que representa a muchos cientos de melillenses que residimos en la Península; solo cabe mi más profundo respeto. Como habrá podido leer en ese escrito, como en casi todos los que este diario me publica, a veces me expreso en Román Paladino, porque es el lenguaje que conocemos todos y que hoy en día ya nadie se “asusta”, y si alguna alma casta lo hace, lamento no sentirlo, que pase la página y tan contentos. Aunque mi soberbia salga a pasear, yo me considero un melillense fácil, atrevido de palabra, queriendo ser ingenioso, de pluma (ordenador) cascabelera y un pelín irreverente; intentando en mis escritos servir de descansadero y arrancarles una sonrisa a quienes me leen con asiduidad. A veces -casi siempre- consulto el María Moliner y en vez de llamar cabrones a los ladrones que quemaron el Trono les digo igüedos que queda más descafeinado, pero al fin y al cabo es un sinónimo, pero no como a los terroristas desalmados que son unos lobos que los mismos lobos rechazarían a la hora de compartir el botín de la comida. A estos, llamarles hijos de putas sería ofender a las trabajadoras del amor. Lo que dice que no lloran a nadie, y que mantienen una estrecha relación con la Ciudad Autónoma, pues le creo a pies firmes y mirando a nuestra bandera, de verdad de la buena. Yo si me lo permite le sugiero que debido a esa estrecha relación debiera servir para que las Casas de Melilla reciban más dinero de los Presupuestos de La Ciudad; si señor, más dinero, y si a ustedes los representantes de los melillenses que nos encontramos allende el Mare Nostrum les parece poco, pidan, rueguen, insten, postulen, soliciten, porque: “el que no llora no mama y se queda sin la teta”, que le repito como en mi anterior escrito metafóricamente y empleando el símil del dicho popular que creo que me dará la razón. Las palabras como: subvenciones, aguinaldos y prebendas, que tanto le han agraviado, solamente recogí las acepciones más acordes. La subvención, como sabrá, es algo conque una institución, como el Estado, en este caso me refería a nuestro Ayuntamiento o Asamblea, contribuye al sostenimiento de la misma, y si a ustedes les parece poco pues hagan lo que les digo anteriormente. Yo ya lo hago para ustedes desde estas líneas, aunque sé que los administradores del jurdó (dinero) no me harán ni puto caso; pero bueno, ahí está y queda escrito. El aguinaldo igualmente es una propina que se da en Navidades, generalmente es dinero. Y tenemos por último las prebendas, que de las cuatro acepciones que tiene me quedo, un poquillo pesaroso y sin querer molestar, con la cuarta que dice: “Beneficio o favor a alguien de manera arbitraria”; más o menos como suelen hacer muchos políticos de alguna laya, que no todos por supuesto.
Tiene usted señor García mucha razón, no toda, (déjeme alguna para mí) si nadie les dijo que había una suscripción para el Paso que destrozaron unos ladrones igüedos bien poco podían hacer, aunque este diario creo que les llega periódicamente y estarían al corriente del hecho. Espero que sus óbolos, como los de los demás, sirvan para que el Paso del Cristo Yacente sea procesionado por nuestras calles Y si con mis palabras no he sido afortunado en el “Llamamiento a las Casas de Melilla”, ahí están ustedes para ponerme como el perejil, condimento de todas las salsas. Pero que no le quepa ninguna duda que mi intención fue lo más voluntariosa, y la intención era el ser bondadoso con todos ustedes. Y ahora si me lo permite, como si estubieramos dos amigos y paisanos tomando una cerveza en cualquiera de los bares de nuestra ciudad, lea un chisneto de mi amigo Ricardo Redoli.
UNO CON UN TESTÍCULO ENORME
Un hombre moderado y vergonzoso
Que quiso poner coto
A un agobiante mal en el escroto
Acudió a un cirujano muy famoso:
“Doctor tengo un testículo notable,
sobrepasa en el doble al compañero
y es causa de un fastidio duradero
que me tiene nervioso y excitable.”
“A ver –dijo el doctor- muestre el ovoide.”
El otro, mal que bien, sacóse un huevo.
Aquello para el médico era nuevo:
El huevo no era humano (ni humanoide).
Jamás trató con nada semejante.
Tomóselo el doctor a cachondeo
Y dijo no sé qué de un elefante.
El paciente, en el colmo del cabreo,
Amonestó al doctor, que se hizo el sordo:
Por último, le dijo amenazante:
“Pues ahora, doctor, no saco el gordo.”
Reciba un cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 22 marzo 2004
Pido disculpas, y donde dije digo, digo Diego, y valga la redundancia si lo digo por si alguien, como el Presidente de la Federación de Casas de Melilla en la Península, señor Nicasio García García, se ha molestado por las palabras: “prebendas”, “subvenciones” o “aguinaldos” que vierto en mi escrito de 29 de febrero al solicitar alguna aportación de las Casas de Melilla para la restauración del Paso del Santo Entierro. Como usted bien dice, señor García, de no entrar en polémica, yo tampoco entro en discusiones de temas que nos afectan a todos, y más a nuestra Cultura ancestral con un señor que representa a muchos cientos de melillenses que residimos en la Península; solo cabe mi más profundo respeto. Como habrá podido leer en ese escrito, como en casi todos los que este diario me publica, a veces me expreso en Román Paladino, porque es el lenguaje que conocemos todos y que hoy en día ya nadie se “asusta”, y si alguna alma casta lo hace, lamento no sentirlo, que pase la página y tan contentos. Aunque mi soberbia salga a pasear, yo me considero un melillense fácil, atrevido de palabra, queriendo ser ingenioso, de pluma (ordenador) cascabelera y un pelín irreverente; intentando en mis escritos servir de descansadero y arrancarles una sonrisa a quienes me leen con asiduidad. A veces -casi siempre- consulto el María Moliner y en vez de llamar cabrones a los ladrones que quemaron el Trono les digo igüedos que queda más descafeinado, pero al fin y al cabo es un sinónimo, pero no como a los terroristas desalmados que son unos lobos que los mismos lobos rechazarían a la hora de compartir el botín de la comida. A estos, llamarles hijos de putas sería ofender a las trabajadoras del amor. Lo que dice que no lloran a nadie, y que mantienen una estrecha relación con la Ciudad Autónoma, pues le creo a pies firmes y mirando a nuestra bandera, de verdad de la buena. Yo si me lo permite le sugiero que debido a esa estrecha relación debiera servir para que las Casas de Melilla reciban más dinero de los Presupuestos de La Ciudad; si señor, más dinero, y si a ustedes los representantes de los melillenses que nos encontramos allende el Mare Nostrum les parece poco, pidan, rueguen, insten, postulen, soliciten, porque: “el que no llora no mama y se queda sin la teta”, que le repito como en mi anterior escrito metafóricamente y empleando el símil del dicho popular que creo que me dará la razón. Las palabras como: subvenciones, aguinaldos y prebendas, que tanto le han agraviado, solamente recogí las acepciones más acordes. La subvención, como sabrá, es algo conque una institución, como el Estado, en este caso me refería a nuestro Ayuntamiento o Asamblea, contribuye al sostenimiento de la misma, y si a ustedes les parece poco pues hagan lo que les digo anteriormente. Yo ya lo hago para ustedes desde estas líneas, aunque sé que los administradores del jurdó (dinero) no me harán ni puto caso; pero bueno, ahí está y queda escrito. El aguinaldo igualmente es una propina que se da en Navidades, generalmente es dinero. Y tenemos por último las prebendas, que de las cuatro acepciones que tiene me quedo, un poquillo pesaroso y sin querer molestar, con la cuarta que dice: “Beneficio o favor a alguien de manera arbitraria”; más o menos como suelen hacer muchos políticos de alguna laya, que no todos por supuesto.
Tiene usted señor García mucha razón, no toda, (déjeme alguna para mí) si nadie les dijo que había una suscripción para el Paso que destrozaron unos ladrones igüedos bien poco podían hacer, aunque este diario creo que les llega periódicamente y estarían al corriente del hecho. Espero que sus óbolos, como los de los demás, sirvan para que el Paso del Cristo Yacente sea procesionado por nuestras calles Y si con mis palabras no he sido afortunado en el “Llamamiento a las Casas de Melilla”, ahí están ustedes para ponerme como el perejil, condimento de todas las salsas. Pero que no le quepa ninguna duda que mi intención fue lo más voluntariosa, y la intención era el ser bondadoso con todos ustedes. Y ahora si me lo permite, como si estubieramos dos amigos y paisanos tomando una cerveza en cualquiera de los bares de nuestra ciudad, lea un chisneto de mi amigo Ricardo Redoli.
UNO CON UN TESTÍCULO ENORME
Un hombre moderado y vergonzoso
Que quiso poner coto
A un agobiante mal en el escroto
Acudió a un cirujano muy famoso:
“Doctor tengo un testículo notable,
sobrepasa en el doble al compañero
y es causa de un fastidio duradero
que me tiene nervioso y excitable.”
“A ver –dijo el doctor- muestre el ovoide.”
El otro, mal que bien, sacóse un huevo.
Aquello para el médico era nuevo:
El huevo no era humano (ni humanoide).
Jamás trató con nada semejante.
Tomóselo el doctor a cachondeo
Y dijo no sé qué de un elefante.
El paciente, en el colmo del cabreo,
Amonestó al doctor, que se hizo el sordo:
Por último, le dijo amenazante:
“Pues ahora, doctor, no saco el gordo.”
Reciba un cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 22 marzo 2004
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