Sobre el escudo del caino militar 12/01/2004
SOBRE SIMBOLOS CENSURADOS Y OTROS RECORDABLES
Un amigo me ha comunicado que al Casino Militar, en la Plaza de España, lo están dejando hecho un pincel, como dice él. Si el malogrado General Don Manuel Fernández Silvestre levantara la cabeza, que fue el que colocó la primera piedra en la nochevieja de 1920, creo que se hubiese quedado atusándose los grandes mostachos un poco confuso. Lo digo porque terminaron de construirlo en 1934, y en ese año España era ya una república y el Rey Don Alfonso XIII, su amigo y valedor, ya se encontraba en el exilio. Y como era natural el escudo de la República lo colocaron en lo alto del frontispicio de dicho edificio. También existe otro en el dintel de la puerta de entrada donde una águila bicéfala tiene en una garra el escudo de Melilla y en la otra el de la República. En el Monumento a los Héroes y a los Mártires de las Campañas en la Plaza de España existen dos: uno está labrado en la misma roca del monumento y el otro en la parte posterior, y si me equivoco que me rectifiquen. Quedaría muy agradecido. La Plaza Ramón y Cajal, cercana a García Cabrelles, también está rotulada en mármol y grabado el escudo de la República. Pero lo más irónico de todo esto, por no decir jocoso, para un servidor, es que la calle Millán Astray; cercana a la Plaza de Toros está rotulada en bronce representando a dicho general en posición de arengar a las tropas y en la parte baja de la lápida grabado, también está el escudo de la República. Y más franquista que era el fundador de La legión creo que no había otro. Así que, por si alguno de ustedes no lo sabía, en Melilla aún tenemos símbolos republicanos y nadie, en 65 años, se ha rasgado las vestiduras por ello. El viejo de la boina y el bastón siempre sonreía muy socarrón, el tío, cada vez que pasaba por la puerta del Casino Militar y miraba la fachada diciendo: “ Ahí sigue desde el 34”. Muchas veces me he preguntado por qué en los cuarenta años que Franco detentó el poder no los quitaron como hicieron con muchos vestigios de la República en las diferentes ciudades y pueblos de España. Si me lo permiten las personas que desean que desaparezcan los signos franquistas de nuestras calles, les diría como otro gran hombre republicano, el insigne y admirado don Manuel Azaña, Presidente de la II República Española: Por la Razón y por la Justicia. Yo que soy un crédulo en el pensamiento de la democracia le añadiría algo así como: Votos. Únicamente votos, y si no salen los suyos, pues volver a repetir a los cuatro años. Y a los que se dedican a pintarrajear los símbolos –mobiliario urbano- que no les agradan, les digo muy cabreado que eso está muy chungaleta –palabreja sinónima a chacalaca, persona sin carácter (Diccionario Popular de Málaga y Provincia); ergo Gilipollas. Les sugiero, si es que saben, que se dediquen a leer algo de la Historia de nuestro País y reflexionen y se pregunten por qué ocurrió aquello tan trágico, para que no vuelva a suceder; porque los actos tan deplorables como destrozar lo que hemos pagado entre todos con nuestros impuestos es una cabronada –sinónimo de igüedo (Larousse)- . Lo mismo que los nostálgicos franquistas iban, o van en la actualidad, no lo sé con seguridad, a la Plaza de Oriente de Madrid para rendirle homenaje cada 20 de noviembre, que fue cuando se le olvidó de respirar en 1975. -cómo pasa el tiempo en democracia-, digo con todos mis respetos y simpatias a algunos, también nostálgicos, claro está, debieran presentarse en la Plaza de España -yo me apunto solo de mirón-, lo digo por ser más céntrica, y hacerle un pequeño homenaje al escudo que Franco no retiró. ¿Y porqué no entonar el Himno del General don Rafael de Riego y Nuñez?, como los franquistas el Cara al Sol en la Plaza de Oriente. El himno de Riego, como todos los himnos es muy patriota : “ Honor al Caudillo / honor al primero / que el patriota acero / osa fulminar. / La Patria afligida / oyó sus acentos / y vio sus tormentos / en gozo tomar. / Soldados, la Patria / os llama a la lid; / juremos por ella / vencer o morir / . Los versos los he escrito por si a alguien le interesa saberlo. Obviamente la música no se la puedo tararear, pero seguramente se la cantarán algunos viejos cambiándole la letra: “Si los curas y frailes supieran, ..... tararí, tararí, tarará....”. El caso es que este himno era una contradanza que se convirtió en canción militar cuando le colocaron unos versos de Evaristo San Miguel y Valledor, escritor, militar y amigo de Riego. Más tarde fue himno nacional de la II República. Y lo que son las cosas, a este general, pobre hombre, lo arrastraron en un serón por las calles de Madrid hasta el patíbulo, donde lo ahorcaron ....... ¡ por traidor a la Patria ¡. Qué ironía cuando verdaderamente quien lo traicionó fue su compañero el general Ballesteros. Y ahora para quitarnos la mala leche lean y sonrían con un chisneto de nuestro amigo Ricardo Redoli:
DOS ARRIEROS Y UN OSO EN LA FONDUCHA
Llegaron a una mísera fonducha
Dos tratantes y un oso que, mugrientos,
Tras andar por caminos polvorientos,
Reclamaron comida y una ducha.
La dueña, una ochentona desdentada,
Les preparó bebida y provisiones
Que enseguida tomaron los hambrones
(Incluida la fiera mencionada).
Comieron con fruición todo el yantar
Que concluyó con un poco de fruta,
Un café y unas copas de licor.
Un chalán dijo al otro, por probar:
“Esta vieja que ves ha sido puta,
tal vez practique aún esa labor.”
El otro se prestó a la insinuación
Y hablaron a la vieja del asunto.
Mostróse la fulana presta al punto
Y cumplió con los dos al alimón.
Decidieron después, de buena gana,
Meter en el reparto al pobre oso;
Y, así, en la oscuridad, y sin reposo,
Copularon plantígrado y fulana.
Llegada la mañana, presentó
La cuenta a los chalanes la ventera:
“Cincuenta la pensión, dos polvos treinta...”
Uno de los chalanes corrigió:
“Los polvos fueron tres ¿no se dio cuenta?”
Y respondió, impasible, la ramera:
“ Solo os cobro a los dos; a vuestro amigo,
el que mientras jodió llevaba abrigo,
le invito cada vez que venga y quiera.”
Reciban un cordial saludo
Juan J. Aranda
Málaga 12 de enero de 2004
Un amigo me ha comunicado que al Casino Militar, en la Plaza de España, lo están dejando hecho un pincel, como dice él. Si el malogrado General Don Manuel Fernández Silvestre levantara la cabeza, que fue el que colocó la primera piedra en la nochevieja de 1920, creo que se hubiese quedado atusándose los grandes mostachos un poco confuso. Lo digo porque terminaron de construirlo en 1934, y en ese año España era ya una república y el Rey Don Alfonso XIII, su amigo y valedor, ya se encontraba en el exilio. Y como era natural el escudo de la República lo colocaron en lo alto del frontispicio de dicho edificio. También existe otro en el dintel de la puerta de entrada donde una águila bicéfala tiene en una garra el escudo de Melilla y en la otra el de la República. En el Monumento a los Héroes y a los Mártires de las Campañas en la Plaza de España existen dos: uno está labrado en la misma roca del monumento y el otro en la parte posterior, y si me equivoco que me rectifiquen. Quedaría muy agradecido. La Plaza Ramón y Cajal, cercana a García Cabrelles, también está rotulada en mármol y grabado el escudo de la República. Pero lo más irónico de todo esto, por no decir jocoso, para un servidor, es que la calle Millán Astray; cercana a la Plaza de Toros está rotulada en bronce representando a dicho general en posición de arengar a las tropas y en la parte baja de la lápida grabado, también está el escudo de la República. Y más franquista que era el fundador de La legión creo que no había otro. Así que, por si alguno de ustedes no lo sabía, en Melilla aún tenemos símbolos republicanos y nadie, en 65 años, se ha rasgado las vestiduras por ello. El viejo de la boina y el bastón siempre sonreía muy socarrón, el tío, cada vez que pasaba por la puerta del Casino Militar y miraba la fachada diciendo: “ Ahí sigue desde el 34”. Muchas veces me he preguntado por qué en los cuarenta años que Franco detentó el poder no los quitaron como hicieron con muchos vestigios de la República en las diferentes ciudades y pueblos de España. Si me lo permiten las personas que desean que desaparezcan los signos franquistas de nuestras calles, les diría como otro gran hombre republicano, el insigne y admirado don Manuel Azaña, Presidente de la II República Española: Por la Razón y por la Justicia. Yo que soy un crédulo en el pensamiento de la democracia le añadiría algo así como: Votos. Únicamente votos, y si no salen los suyos, pues volver a repetir a los cuatro años. Y a los que se dedican a pintarrajear los símbolos –mobiliario urbano- que no les agradan, les digo muy cabreado que eso está muy chungaleta –palabreja sinónima a chacalaca, persona sin carácter (Diccionario Popular de Málaga y Provincia); ergo Gilipollas. Les sugiero, si es que saben, que se dediquen a leer algo de la Historia de nuestro País y reflexionen y se pregunten por qué ocurrió aquello tan trágico, para que no vuelva a suceder; porque los actos tan deplorables como destrozar lo que hemos pagado entre todos con nuestros impuestos es una cabronada –sinónimo de igüedo (Larousse)- . Lo mismo que los nostálgicos franquistas iban, o van en la actualidad, no lo sé con seguridad, a la Plaza de Oriente de Madrid para rendirle homenaje cada 20 de noviembre, que fue cuando se le olvidó de respirar en 1975. -cómo pasa el tiempo en democracia-, digo con todos mis respetos y simpatias a algunos, también nostálgicos, claro está, debieran presentarse en la Plaza de España -yo me apunto solo de mirón-, lo digo por ser más céntrica, y hacerle un pequeño homenaje al escudo que Franco no retiró. ¿Y porqué no entonar el Himno del General don Rafael de Riego y Nuñez?, como los franquistas el Cara al Sol en la Plaza de Oriente. El himno de Riego, como todos los himnos es muy patriota : “ Honor al Caudillo / honor al primero / que el patriota acero / osa fulminar. / La Patria afligida / oyó sus acentos / y vio sus tormentos / en gozo tomar. / Soldados, la Patria / os llama a la lid; / juremos por ella / vencer o morir / . Los versos los he escrito por si a alguien le interesa saberlo. Obviamente la música no se la puedo tararear, pero seguramente se la cantarán algunos viejos cambiándole la letra: “Si los curas y frailes supieran, ..... tararí, tararí, tarará....”. El caso es que este himno era una contradanza que se convirtió en canción militar cuando le colocaron unos versos de Evaristo San Miguel y Valledor, escritor, militar y amigo de Riego. Más tarde fue himno nacional de la II República. Y lo que son las cosas, a este general, pobre hombre, lo arrastraron en un serón por las calles de Madrid hasta el patíbulo, donde lo ahorcaron ....... ¡ por traidor a la Patria ¡. Qué ironía cuando verdaderamente quien lo traicionó fue su compañero el general Ballesteros. Y ahora para quitarnos la mala leche lean y sonrían con un chisneto de nuestro amigo Ricardo Redoli:
DOS ARRIEROS Y UN OSO EN LA FONDUCHA
Llegaron a una mísera fonducha
Dos tratantes y un oso que, mugrientos,
Tras andar por caminos polvorientos,
Reclamaron comida y una ducha.
La dueña, una ochentona desdentada,
Les preparó bebida y provisiones
Que enseguida tomaron los hambrones
(Incluida la fiera mencionada).
Comieron con fruición todo el yantar
Que concluyó con un poco de fruta,
Un café y unas copas de licor.
Un chalán dijo al otro, por probar:
“Esta vieja que ves ha sido puta,
tal vez practique aún esa labor.”
El otro se prestó a la insinuación
Y hablaron a la vieja del asunto.
Mostróse la fulana presta al punto
Y cumplió con los dos al alimón.
Decidieron después, de buena gana,
Meter en el reparto al pobre oso;
Y, así, en la oscuridad, y sin reposo,
Copularon plantígrado y fulana.
Llegada la mañana, presentó
La cuenta a los chalanes la ventera:
“Cincuenta la pensión, dos polvos treinta...”
Uno de los chalanes corrigió:
“Los polvos fueron tres ¿no se dio cuenta?”
Y respondió, impasible, la ramera:
“ Solo os cobro a los dos; a vuestro amigo,
el que mientras jodió llevaba abrigo,
le invito cada vez que venga y quiera.”
Reciban un cordial saludo
Juan J. Aranda
Málaga 12 de enero de 2004

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