domingo, enero 08, 2006

Relato de Josefa Lermo y poemas 13/08/2004

JOSEFA LERMO NEBRO
UN RELATO Y DOS POEMAS DE JOSEFA LERMO NEBRO PARA SU PUBLICACIÓN



Siguiendo mi propósito de dar a conocer acontecimientos de gran importancia de nuestra ciudad andaluza, mi ciudad, la Bella Málaga de mis amores; aunque para algunos es “Málaga la Bella”. Hoy les hablaré de un monumento bello y singular lleno de encanto del que todos los malagueños del “casco urbano” (los nacidos en sus barrios), y muchos foráneos nos sentimos orgullosos. Lo mismo el variado conjunto de calles y plazas peatonales que desde Gibralfaro se pueden observar en panorámica visión para pasear por ellas y puesta nuestra mirada en el pasado de las mismas. Muchos de los melillenses que leen este periódico conocen la antigua escultura de “El Cenachero”, ya que al bajar del barco “El Melillero”, como se le conoce aquí al buque que une las dos ciudades hermanas, estaba situada en la salida del Puerto, frente a la antigua Parada de los Carros Para información diré que la estatua- monumento fue realizada en bronce en 1968 por el escultor Jaime Pimentel en homenaje al vendedor-ambulante de pescados. Entonces Correos emitió, según creo, una tirada de dos millones de sellos postales. En la actualidad el monumento lo podemos admirar en el Paseo de la Farola, y como viene a colación existiendo una relación con el mismo, les recuerdo que el hombre que sirvió de modelo fue Manolo “El Petaca”, pescador del pueblecito marinero de Almayate, desgraciadamente fallecido hace pocos años. Entonces habría que remontarse a las chozas de pescadores que existían en La Caleta, barriada cercana a la del Limonar; La Caleta “pescaora” que estaba compuesta de barracas fabricadas de chapas, troncos de árboles, donde los malagueños marengos vivían rodeados de sus chalanas y carabos y las artes de pesca. El “burrico”, como se les llamaba antaño, también formaba parte de la vida ayudando a esta humilde gente, que se buscaba la vida con la pesca de nuestra bahía, y nuestro famoso Copo, donde en sus redes solamente sacaban lo justo para vivir. El famoso “burrico” era el único medio de transporte para ir de un lado a otro de la ciudad. Los cenacheros, hombres que también tiraban del Copo cada mañana, portaban toda clase de pescado en sus cenachos, confeccionados estos con esparto que colgaban de sus hombros, “lomos” maltrechos del peso, que la venta ambulante les obligaban a portar por las calles malagueñas.







EL INCANSABLE CENACHERO MALAGUEÑO

Hombre de piel morena,
de soñadores ojos negros
y rizado pelo azabache.
Vestido con blanca camisa de cuello largo,
fajín a la cintura y
pantalón a media caña
hasta la pantorrilla arremangado.
Camina el pescador con sus pies descalzos
y los cenachos llenos en sus brazos
que en forma de jarros le cuelgan
el pescao que va pregonando:
“¡Ay!, mujeres el pescaero ha llegao,
bueno, fresco, recién cogío y mu barato;
jurelitos, boquerones, sardinitas y pescaíllas,
¡Vamos, que te lo voy regalando!.
Yo soy el Cenachero de Málaga,
¿Qién me compra mi pescao?,
sacao del alba esta mañana”.




MELILLA TIERRA AFRICANA

Melilla tierra bonita que te invita a soñar.
Tierra nacida entre mares y bañada de arte estás.
Desde lo más alto del cielo
Brillan estrellas y luceros
Que al llegar la madrugada
Se derraman sobre tu orilla del mar.
“¡Sembrá!” de conchas y caracolas
que se posan en estelas de seda
naciendo el cantar: “Mujer de mirar de embrujo,
boquita de color de grana
de cabello peinado al viento
con la marisma temprana
que al amanecer despiertas
en tu bella tierra africana.
Melilla tierra de encanto,
¡Que guapa estás cada mañana!”.