Desagradecidos y sustitutas 18/07/2004
DESAGRADECIDOS Y SUSTITUTAS
Hace unos días leía que los bomberos de nuestra ciudad fueron “rechazados” en la frontera de Beni Enzar cuando iban a ayudar a sofocar un incendio en esa ciudad fronteriza. No los dejaron pasar porque no tenían un papel sellado, timbrado y firmado, y esto era la autorización de las autoridades marroquíes. Ellos, las autoridades fronterizas: “tenían que solicitar un permiso a Rabat”. A ustedes no les parece que es como los diálogos de Gila vestido con el capote militar y el negro teléfono al oído advirtiendo al enemigo que la hora que iba a bombardear era después de la siesta, ya que su capitán se molestaba mucho con los ruidos que hacían los obuses. Algo kafkiano que causa hilaridad en quienes lo escuchan. También es algo tan grave como el de una persona malherida, que desangrándose va al hospital y los médicos no la pueden atender porque necesitan una autorización de sus superiores. O sea que nuestros bomberos arriesgando sus vidas y empleando horas de su trabajo, trabajo que es pagado con nuestros impuestos, acuden a ayudar, porque eso es lo que hacen siempre, ayudar con abnegación, unos burócratas absurdos que necesitan alimentar su ego de malos funcionarios, les niegan el paso mientras el siniestro, sea el que sea, consume vida y hacienda; en este caso debió ser solo hacienda. Lo que no entiendo es como a estas alturas no conozcamos ya a algunas de las autoridades de nuestro vecino país. Como dice mi amigo Juan: “eso nos pasa por ser tan quijotes”; y la verdad es que no tengo más remedio que darle la razón, ¿o no?.
Y hablando de quijotes, el famoso Hidalgo le decía a su gordo escudero: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas .....”. Ya sé que no viene al caso el refrán: “El agradecido no olvida el bien recibido”, porque no se llevó a cabo el hecho, ya que este alaba la virtud de los hombres agradecidos. Yo les digo a nuestras autoridades, y principalmente a los bomberos de la Ciudad Autónoma, lo que Séneca en sus “Epístolas Morales” decía. “Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido, que vale la pena arriesgarse a encontrar a uno ingrato”.
Y ahora, para que sonrían un poco, les voy a relatar lo que Diego Ceano en su “Historias y chascarrillos malagueños”en su página 43 nos dice lo que una maestra rural venía padeciendo desde hacía veinte años. Dice que la maestra limpiaba, daba clase, incluso proveía a sus alumnos de material escolar y todo ello sin apenas cobrar un sueldo que se pudiera calificar de digno. Las autoridades locales le dijeron que sus cuitas iban a acabar, dado que el Ministro de Educación pasaría por la provincia visitando su pueblo. Lo que significaba que sus peticiones serían atendidas. Cuando el ministro llegó al pueblo, como estaba previsto, después que visitara la Casa Consistorial, la iglesia y lugares de interés, se paró en la pobre pero pulcra escuela para intercambiar impresiones con la vieja maestra. “ ¿En qué podría yo ayudar?”, preguntó el ministro, más por cortesía que inducido por su buena disposición, y ella que de tonta no tenía un pelo, le contestó: “Señor Ministro, llevo veinte años sin poder gozar de vacaciones, por lo que le quedaría muy agradecida si me mandara una “prostituta”. El ministro y todos los presentes pensaron que la maestra se había equivocado de palabra y había metido la pata. Aunque todos se miraron un poco absortos, nadie dijo nada, porque sabían que la buena mujer lo que estaba solicitando era una “sustituta”. Una vez que el ministro se marchó, el alcalde le recriminó: “Parece mentira que una persona tan ilustrada como lo es usted se haya equivocado y confundido las palabras sustituta por prostituta”. La maestra le sonrió y le dijo: “Si, si, eso es lo que usted cree, yo sé muy bien lo que he dicho. Si le hubiese pedido una sustituta, cuando llegara a la capital, ya se habría olvidado de mí, del pueblo y de mis exigencias, pero verá como no se olvida lo de la prostituta y estudia mis peticiones.” El Alcalde sorprendido ante las ideas de la maestra hubo de darle la razón cuando meses después destinaron a una maestra suplente para que ayudara a la aguda profesora titular.
Reciban un cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 18 de julio de 2004
Hace unos días leía que los bomberos de nuestra ciudad fueron “rechazados” en la frontera de Beni Enzar cuando iban a ayudar a sofocar un incendio en esa ciudad fronteriza. No los dejaron pasar porque no tenían un papel sellado, timbrado y firmado, y esto era la autorización de las autoridades marroquíes. Ellos, las autoridades fronterizas: “tenían que solicitar un permiso a Rabat”. A ustedes no les parece que es como los diálogos de Gila vestido con el capote militar y el negro teléfono al oído advirtiendo al enemigo que la hora que iba a bombardear era después de la siesta, ya que su capitán se molestaba mucho con los ruidos que hacían los obuses. Algo kafkiano que causa hilaridad en quienes lo escuchan. También es algo tan grave como el de una persona malherida, que desangrándose va al hospital y los médicos no la pueden atender porque necesitan una autorización de sus superiores. O sea que nuestros bomberos arriesgando sus vidas y empleando horas de su trabajo, trabajo que es pagado con nuestros impuestos, acuden a ayudar, porque eso es lo que hacen siempre, ayudar con abnegación, unos burócratas absurdos que necesitan alimentar su ego de malos funcionarios, les niegan el paso mientras el siniestro, sea el que sea, consume vida y hacienda; en este caso debió ser solo hacienda. Lo que no entiendo es como a estas alturas no conozcamos ya a algunas de las autoridades de nuestro vecino país. Como dice mi amigo Juan: “eso nos pasa por ser tan quijotes”; y la verdad es que no tengo más remedio que darle la razón, ¿o no?.
Y hablando de quijotes, el famoso Hidalgo le decía a su gordo escudero: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas .....”. Ya sé que no viene al caso el refrán: “El agradecido no olvida el bien recibido”, porque no se llevó a cabo el hecho, ya que este alaba la virtud de los hombres agradecidos. Yo les digo a nuestras autoridades, y principalmente a los bomberos de la Ciudad Autónoma, lo que Séneca en sus “Epístolas Morales” decía. “Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido, que vale la pena arriesgarse a encontrar a uno ingrato”.
Y ahora, para que sonrían un poco, les voy a relatar lo que Diego Ceano en su “Historias y chascarrillos malagueños”en su página 43 nos dice lo que una maestra rural venía padeciendo desde hacía veinte años. Dice que la maestra limpiaba, daba clase, incluso proveía a sus alumnos de material escolar y todo ello sin apenas cobrar un sueldo que se pudiera calificar de digno. Las autoridades locales le dijeron que sus cuitas iban a acabar, dado que el Ministro de Educación pasaría por la provincia visitando su pueblo. Lo que significaba que sus peticiones serían atendidas. Cuando el ministro llegó al pueblo, como estaba previsto, después que visitara la Casa Consistorial, la iglesia y lugares de interés, se paró en la pobre pero pulcra escuela para intercambiar impresiones con la vieja maestra. “ ¿En qué podría yo ayudar?”, preguntó el ministro, más por cortesía que inducido por su buena disposición, y ella que de tonta no tenía un pelo, le contestó: “Señor Ministro, llevo veinte años sin poder gozar de vacaciones, por lo que le quedaría muy agradecida si me mandara una “prostituta”. El ministro y todos los presentes pensaron que la maestra se había equivocado de palabra y había metido la pata. Aunque todos se miraron un poco absortos, nadie dijo nada, porque sabían que la buena mujer lo que estaba solicitando era una “sustituta”. Una vez que el ministro se marchó, el alcalde le recriminó: “Parece mentira que una persona tan ilustrada como lo es usted se haya equivocado y confundido las palabras sustituta por prostituta”. La maestra le sonrió y le dijo: “Si, si, eso es lo que usted cree, yo sé muy bien lo que he dicho. Si le hubiese pedido una sustituta, cuando llegara a la capital, ya se habría olvidado de mí, del pueblo y de mis exigencias, pero verá como no se olvida lo de la prostituta y estudia mis peticiones.” El Alcalde sorprendido ante las ideas de la maestra hubo de darle la razón cuando meses después destinaron a una maestra suplente para que ayudara a la aguda profesora titular.
Reciban un cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 18 de julio de 2004
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