viernes, enero 06, 2006

Mi curriculum 22/05/2004

MI CURRICULUM
     

Querido don Eladio, como te decían tus alumnos de Cabrerizas cuando ejercías la noble profesión de maestro de escuela.  Para el que quiera leer y saber te diré que mi primer beso de luz lo recibí en el Callejón del Aceitero, callejón perpendicular a las calles Duque de la Torre y Castellón de la Plana, el 15 de octubre de 1944, día de Santa Teresita de Jesús, de ahí que mis padres –más bien mi madre- me pusieran por segundo nombre el de Jesús.  Desde muy chiquitillo acudía a la miga de doña Nieves, en la calle Duque.  “En la calle Duque hay una miga/ donde cada niño lleva dos reales y una banqueta/ también suelen llevar desabrochada la bragueta/ porque a veces no aguantan la cagaleta”.   Cuando ya sabía que era Juan, o el niño de Mariquita, porque todo el mundo me lo llamaba, aprendí a discernir porqué nacemos, porqué se hace esto así o asao, qué era el bien o qué era el mal, me apuntaron  en el Grupo de Ataque Seco (hoy España), con doña Martina y doña Vicenta.  Más tarde eran don Cristóbal Gámez, don Domingo Pérez, don José Sánchez del Rosal, don José Belmonte y el recuerdo de Villalta, el conserje que repartía el queso y la leche en polvo de los americanos por nuestras filas de tres en fondo.  En el Instituto de García Cabrelles, entre muchos otros, era don José María Antón el que nos daba clase de literatura.  Que por cierto nunca supe qué era lo que contenía su vieja y perdurable cartera de cuero, si era el bocadillo o libros y apuntes.  En la academia Barrientos, en la Plaza de la Bandera de Marruecos, era don Felipe el que me enseñó una preciosa caligrafía que con los años y mi trabajo en Correos se perdió, aunque a veces algún bolígrafo en mis manos me hace recordarlo con cariño.   Todo esto iba acompañado con las clases -de balde- de música en la antigua calle de Medina Sidonia, en el Mantelete, con el profesor y director de la banda del Frente de Juventudes, don Julio Moreno.   Más tarde soplaba por la boquilla de un trombón de varas o de pistones, también por la de un bombardino o la de un bajo o helicón.   Destinado en Barcelona como funcionario de Correos (Cartero Urbano) ingresé en la banda de música de la Cruz Roja, de la que formábamos parte casi ochenta músicos, dando conciertos donde los solicitaban.  Acudía de clac, porque no tenía ni un duro, a muchas funciones de zarzuelas en los distintos teatros, y también a los conciertos en el Palacio de la Música.  De vez en cuando veía y escuchaba alguna que otra ópera, gracias a un amigo y compañero músico, entre bastidores de El Liceo.   En la Ciudad Condal fue donde se me abrieron “las pajarillas” de la lectura “seria”con los escritores-poetas postergados e innombrables del antiguo régimen, con sus libros prohibidos, que por ser de ellos, fueron los que me abrieron la mente de juventud y supe entonces lo que ocurrió entre las dos Españas, las que: “ .... porque una de las dos/ ha de helarte el corazón”, como decía Machado.  Era como una carga crítica como analítica que llevamos todos los nacidos en la posguerra y que leímos esos libros prohibidos por el régimen, pero muy didácticos y objetivos.  En el sesenta y siete me trasladé a Málaga y abandoné la práctica de los instrumentos musicales sin dejar que el arte de la música se apartara de mí.  La lectura y lo poco que solía escribir para “mis adentros” suelo enviarlo a este diario periódicamente desde hace varios años para su publicación; intentando siempre escribir para amenizar, nunca para convencer, pero si alguien sale convencido, tanto mejor.  En diciembre de 2002 la Consejería de Educación, Juventud y Mujer, siendo Joaquín González Molero su Consejero y mi munífico valedor, publicó mi humilde libro de Historia de nuestra ciudad titulado “Breve Cronología de Melilla”.  Pienso que se debe tener sentido del humor, perspicacia y una buena ración de optimismo, que es lo que hace falta a todo el mundo, y dejar la mala leche arrumbada hasta que se pudra y se tire al retrete.  Hay que querer querer, como decía Salinas. También creo que  la poesía hace justicia a las palabras que nos emocionan.  Es como si fuera mágico cuando uno la escribe, como si hubiéramos quitado la mordaza a la injusticia.   La poesía para mí es como si dijéramos: queda prohibido prohibir.  Sobre los poetas que me complacen no tienen orden ni concierto, lo mismo sonrío leyendo a Quevedo sus jocosidades que saboreando las fábulas de Samaniego e Iriarte.  Aunque a veces  me rompo las meninges con León Felipe o con Amado Nervo.  Con Miguel Hernández me emociono con las nanas de la cebolla: “En la cuna del hambre / mi niño estaba./ Con la sangre de cebolla/ se amamantaba,...../.  Con Neruda me adentro sin conocerlo en su Chile natal y en todo lo que dice de nuestro idioma castellano y los conquistadores torvos : “ Las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes: el idioma.   .....Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema.... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... se lo llevaron todo y nos dejaron todo”.   Pero el poeta por antonomasia es Federico García Lorca.  Ian Gibson lo describe magistralmente en “Vida, Pasión y Muerte de Federico García Lorca”.  Y al melillense, rusadiano como a él le gusta llamarse, Juan Garbín que con su último libro “El exilio de los días rotos” deja patente los malos tratos a las mujeres.  Y a tí, que ya   pensabas que te escapabas, te leo cada semana con fruición.  Tu columna “Vivencias de una Pluma Dolorida” necesito leerla varias veces para copiarte en mi memoria.
     Aquí, y por razones de espacio, hace punto y final mi pluma (ordenador) de este curriculum chiquitillo.  Recibe un abrazo extensivo a todos los que leen estas páginas llenas de poesía y de amor hacia nuestra ciudad.  Que seas feliz.
                              























POEMA A MELILLA

Aunque romántico parezca
y quizás lo sea,
si Sócrates pensaba dialogando
y Descartes dudando yo,
cuando pienso en Melilla
lo hago soñando.
Nunca digo que es mía
porque en realidad yo soy de ella
como la Ñ a nuestro castellano idioma.

El olor ajado de una rosa
como mis pensamientos
en silencio siempre,
me retraen a la niñez
en mi Parque Lobera,
a  sus barbacanas murallas
donde en invierno el viento
y la  lluvia oblicua las golpea.
Donde en el atardecer del estío
una pareja con la oratoria
  muda en  sus ojos
solo hablan de amor.

Las sombras que antaño tuvo Melilla
tan importantes son como su luz.
Por sus guerras
“Hija de Marte” fue llamada.
También por sus años
le llaman vieja,
y antigua por los siglos
que es España
y no de ella.