Sobre una visita que nunca llega 16/08/2004
SOBRE UNA VISITA QUE NUNCA LLEGA
La historia, esta vez es con minúsculas y con sordina por el pudor que siento, se ha vuelto a repetir; me refiero al gesto que las autoridades de la Ciudad han tenido con la Casa de Melilla aquí en Málaga. Ya sé que estas autoridades no tienen ninguna obligación de “oficio”para visitar nuestra caseta en el Real de la Feria malagueña, situada en la calle de “La Trini”, en el Cortijo de Torres; señalo la calle por si ellos no lo saben, porque de ella se llevarían pocos votos y claro está si no hay teta no hay leche que valga, aunque hubiese habido fotos con sonrisas obligadas. Pero una cosa si que deben tener en cuenta estos señores, buscadores del voto fácil, que aquí en Málaga se conoce Melilla por los melillenses que residimos en ella y por la Casa de Melilla que denodadamente, con más ánimo que euros, no paramos de “melillear” defendiendo nuestras costumbres, luchando por nuestra Historia (esta si es con mayúsculas), la gran desconocida de muchos compatriotas, y nuestra idiosincrasia en cada momento, que es el crisol de toda la Península; la defendemos desde cada puesto de trabajo, en las reuniones de amigos, en las tertulias de bibliotecas, en los bares tomándonos un café; y todo esto lo hacemos a pié de calle, como los albañiles trabajan a pié de obra, ladrillo a ladrillo, y no por los políticos de turno de la Ciudad que solo se les ve en los desfiles procesionales portando la vara en el Paso de la Misericordia, porque nuestro Ayuntamiento es Hermano Mayor Honorario de esa cofradía. La revista “El Abanico” que se publica anualmente en el periódico Sur, de todas las casetas que existen en Málaga, que son el ciento y la madre, tiene a la nuestra entre las cuatro primeras por antigüedad. El presidente de nuestra Casa, José Casado, entristecido me comentaba el hombre que muchos melillenses desplazados a la Costa del Sol por estas fechas es unos 20.000, y un alto porcentaje de ellos se han llegado por la caseta para ver, entre otras, una fotografía compuesta de nuestra Plaza de Toros, el Ayuntamiento y el edificio de La Reconquista en la fachada, y también para disfrutar de la buena acogida por parte de la directiva, por el magnífico servicio de bar, con precios muy asequibles para toda clase de bolsillos, y de la orquesta tan simpática que ameniza todas las noches las veladas. Muchos de ellos le preguntaban si las autoridades de nuestra Ciudad han aparecido por allí el día de la inauguración, aunque fuera para refrescarse con una cerveza y degustar un taquito de jamón. Claro es que no apareció nadie de los que mandan en la Casona de la Plaza de España, y créanme si les digo, que si nuestro amigo José Casado estaba apenado, como muchos de sus directivos, yo me he sentido aburrido, por no decir asqueado, porque como digo al principio, la historia se ha vuelto a repetir otro año más. El año pasado en la misma caseta homenajearon a Paco Benítez, mi amigo de la niñez en Ataque Seco, propietario del restaurante Los Salazones, conocido en las guías de turismo; a Antonio Aznar, otro gran amigo de siempre, que fue edil del PP hace años, en los que hizo de maestro de ceremonia o de protocolo y de cicerone para todos los que visitaban nuestra ciudad procedentes de la Península, y también presidente de la Asociación de Diabéticos hasta hace pocos meses; y a Ramoní, ídolo de muchos chaveas melillenses, que nos llenó de gloria futbolera hace décadas. Tres hombres buenos como personas y como hijos de Melilla que todos conocemos por su melillismo y por sus trayectorias en bien de nuestra Ciudad. Bueno pues el día en que se celebró el homenaje fueron acogidos con el cariño que nos caracteriza a todos los melillenses que residimos allende nuestra orilla, y también de muchos desplazados para la ocasión, pero hete aquí que de todos los políticos y autoridades que hay en Melilla ninguno se dignó acercarse a la feria para saludar a estos tres hombres emocionados, que han puesto el nombre de Melilla en un listón tan alto que dudo que estos políticos, con su parafernalia y disponiendo de dineros públicos para ello, lo lleguen a superar.
Referente a la campaña de los 40 “Smart”, que solo cuesta 1 (uno) euro al día, me dice José Casado que no tienen ni idea de ello, ni yo tampoco. Yo me digo a mí mismo: si el señor Consejero de Turismo, señor Mateo, el que el año pasado no apareció por la caseta ferial cuando el famoso homenaje, estando en Málaga (alguien lo vio por la Alameda Principal), hubiera descolgado el teléfono, el oficial que lo pagamos todos con nuestros impuestos, para comunicar a los de la Casa de Melilla que en la Costa del Sol se va a proceder al evento tan peculiar e insólito de que el alquiler de un coche de la marca Mercedes “Smart” solo va a costar 1 (uno) euro al día, creo que los melillenses que residimos aquí nos hubiésemos movilizado, dándonos patadas en el culo, como siempre ha ocurrido en temas que atañen a nuestra ciudad.
Quiero decirles a las autoridades que son votadas cada cuatro años y gobiernan nuestra Ciudad que aquí en Málaga existe un colectivo de miles de melillenses que no guardamos rencor por los “bofetones” de desaires que recibimos algunas veces de sus partes (no pudendas, claro está), pero como la capacidad de olvido viene con el tiempo transcurrido, será mucho este para que eso ocurra. Y eso de “Pelillos a la mar”, nada de nada. Yo le digo a José Casado y a todos los dirigentes de la Casa de Melilla lo que Edward Joung decía sobre la tristeza: “No puedes evitar que los pájaros de la tristeza vuelen sobre ti, pero debes evitar que aniden sobre tu cabeza”. En España, como somos tan refraneros, tenemos uno de ellos para todo y no se me ocurre otro que el que dice: “Árbol que no da fruto pide sustituto”. Más o menos quiere decir que se debe aconsejar suprimir aquello que no da fruto como lo hizo el pueblo de Madrid con la desdichada María Luisa de Orleans esposa del infecundo Carlos II: “ Parid, bella flor de lis / en aflicción tan extraña; / si parís, parís a España, / si no parís, a París”. O sea que si no valen para lo que han sido votados que se vayan a sus casas a hacer encajes en las bocamangas de las togas de los magistrados, o sea, puñetas, que al parecer, según decía mi madre, relaja mucho.
Reciban un saludo.
La historia, esta vez es con minúsculas y con sordina por el pudor que siento, se ha vuelto a repetir; me refiero al gesto que las autoridades de la Ciudad han tenido con la Casa de Melilla aquí en Málaga. Ya sé que estas autoridades no tienen ninguna obligación de “oficio”para visitar nuestra caseta en el Real de la Feria malagueña, situada en la calle de “La Trini”, en el Cortijo de Torres; señalo la calle por si ellos no lo saben, porque de ella se llevarían pocos votos y claro está si no hay teta no hay leche que valga, aunque hubiese habido fotos con sonrisas obligadas. Pero una cosa si que deben tener en cuenta estos señores, buscadores del voto fácil, que aquí en Málaga se conoce Melilla por los melillenses que residimos en ella y por la Casa de Melilla que denodadamente, con más ánimo que euros, no paramos de “melillear” defendiendo nuestras costumbres, luchando por nuestra Historia (esta si es con mayúsculas), la gran desconocida de muchos compatriotas, y nuestra idiosincrasia en cada momento, que es el crisol de toda la Península; la defendemos desde cada puesto de trabajo, en las reuniones de amigos, en las tertulias de bibliotecas, en los bares tomándonos un café; y todo esto lo hacemos a pié de calle, como los albañiles trabajan a pié de obra, ladrillo a ladrillo, y no por los políticos de turno de la Ciudad que solo se les ve en los desfiles procesionales portando la vara en el Paso de la Misericordia, porque nuestro Ayuntamiento es Hermano Mayor Honorario de esa cofradía. La revista “El Abanico” que se publica anualmente en el periódico Sur, de todas las casetas que existen en Málaga, que son el ciento y la madre, tiene a la nuestra entre las cuatro primeras por antigüedad. El presidente de nuestra Casa, José Casado, entristecido me comentaba el hombre que muchos melillenses desplazados a la Costa del Sol por estas fechas es unos 20.000, y un alto porcentaje de ellos se han llegado por la caseta para ver, entre otras, una fotografía compuesta de nuestra Plaza de Toros, el Ayuntamiento y el edificio de La Reconquista en la fachada, y también para disfrutar de la buena acogida por parte de la directiva, por el magnífico servicio de bar, con precios muy asequibles para toda clase de bolsillos, y de la orquesta tan simpática que ameniza todas las noches las veladas. Muchos de ellos le preguntaban si las autoridades de nuestra Ciudad han aparecido por allí el día de la inauguración, aunque fuera para refrescarse con una cerveza y degustar un taquito de jamón. Claro es que no apareció nadie de los que mandan en la Casona de la Plaza de España, y créanme si les digo, que si nuestro amigo José Casado estaba apenado, como muchos de sus directivos, yo me he sentido aburrido, por no decir asqueado, porque como digo al principio, la historia se ha vuelto a repetir otro año más. El año pasado en la misma caseta homenajearon a Paco Benítez, mi amigo de la niñez en Ataque Seco, propietario del restaurante Los Salazones, conocido en las guías de turismo; a Antonio Aznar, otro gran amigo de siempre, que fue edil del PP hace años, en los que hizo de maestro de ceremonia o de protocolo y de cicerone para todos los que visitaban nuestra ciudad procedentes de la Península, y también presidente de la Asociación de Diabéticos hasta hace pocos meses; y a Ramoní, ídolo de muchos chaveas melillenses, que nos llenó de gloria futbolera hace décadas. Tres hombres buenos como personas y como hijos de Melilla que todos conocemos por su melillismo y por sus trayectorias en bien de nuestra Ciudad. Bueno pues el día en que se celebró el homenaje fueron acogidos con el cariño que nos caracteriza a todos los melillenses que residimos allende nuestra orilla, y también de muchos desplazados para la ocasión, pero hete aquí que de todos los políticos y autoridades que hay en Melilla ninguno se dignó acercarse a la feria para saludar a estos tres hombres emocionados, que han puesto el nombre de Melilla en un listón tan alto que dudo que estos políticos, con su parafernalia y disponiendo de dineros públicos para ello, lo lleguen a superar.
Referente a la campaña de los 40 “Smart”, que solo cuesta 1 (uno) euro al día, me dice José Casado que no tienen ni idea de ello, ni yo tampoco. Yo me digo a mí mismo: si el señor Consejero de Turismo, señor Mateo, el que el año pasado no apareció por la caseta ferial cuando el famoso homenaje, estando en Málaga (alguien lo vio por la Alameda Principal), hubiera descolgado el teléfono, el oficial que lo pagamos todos con nuestros impuestos, para comunicar a los de la Casa de Melilla que en la Costa del Sol se va a proceder al evento tan peculiar e insólito de que el alquiler de un coche de la marca Mercedes “Smart” solo va a costar 1 (uno) euro al día, creo que los melillenses que residimos aquí nos hubiésemos movilizado, dándonos patadas en el culo, como siempre ha ocurrido en temas que atañen a nuestra ciudad.
Quiero decirles a las autoridades que son votadas cada cuatro años y gobiernan nuestra Ciudad que aquí en Málaga existe un colectivo de miles de melillenses que no guardamos rencor por los “bofetones” de desaires que recibimos algunas veces de sus partes (no pudendas, claro está), pero como la capacidad de olvido viene con el tiempo transcurrido, será mucho este para que eso ocurra. Y eso de “Pelillos a la mar”, nada de nada. Yo le digo a José Casado y a todos los dirigentes de la Casa de Melilla lo que Edward Joung decía sobre la tristeza: “No puedes evitar que los pájaros de la tristeza vuelen sobre ti, pero debes evitar que aniden sobre tu cabeza”. En España, como somos tan refraneros, tenemos uno de ellos para todo y no se me ocurre otro que el que dice: “Árbol que no da fruto pide sustituto”. Más o menos quiere decir que se debe aconsejar suprimir aquello que no da fruto como lo hizo el pueblo de Madrid con la desdichada María Luisa de Orleans esposa del infecundo Carlos II: “ Parid, bella flor de lis / en aflicción tan extraña; / si parís, parís a España, / si no parís, a París”. O sea que si no valen para lo que han sido votados que se vayan a sus casas a hacer encajes en las bocamangas de las togas de los magistrados, o sea, puñetas, que al parecer, según decía mi madre, relaja mucho.
Reciban un saludo.
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