sábado, agosto 26, 2006

DE IMPUESTOS Y CAÑERÍAS 25/10/04

DE IMPUESTOS Y CAÑERÍAS

Hay un refrán que a mi no me agrada mucho por el significado que se le pueda dar, según su procedencia ilícita: “El dinero bien huele, salga de donde saliere”. Tito, el futuro emperador, recriminó a su padre cuando éste impuso un impuesto a los evacuatorios públicos, calificando el dinero recaudado como maloliente, a lo que Vespasiano, después de llevarse la moneda a la nariz, vino a decir: “Y a mí que me huele bien”. Es más o menos como a los retretes, que más bien parecen unos quioscos que se pueden ver en las grandes concentraciones de personas donde para hacer uno las necesidades fisiológicas es necesario echar una moneda como las máquinas de refrescos. Créanme si les digo que he podido observar en la romería de San Miguel en Torremolinos a una señora en una de las colas de pié con la cara descompuesta y con las piernas cruzadas en espera de su turno. De verdad que era una lástima verla. Referente a los antiguos mingitorios públicos, mucha gente recordará el que existía donde hoy está ubicado el tanatorio frente a la puerta principal del Cementerio de La Purísima. Huelga decir a lo que olía siempre, hasta que una regadera del Ayuntamiento lanzaba un manguerazo de agua a presión que llegaba Cañada o Castelar abajo hasta la esquina de la calle de Sagasta. Muchas de nuestras madres nos tenían prohibido, bajo pena de furibundos castigos, solo el acercarnos a la entrada de la apestosa garita. Como anécdota curiosa y escatológica dicen que el astronauta Buzz Aldrin fue el primer hombre que se jiñó en la Luna, y también que diariamente en España se producen más de 6.000 toneladas de fulañí; qué cosas, ¡eh!.
Yo que no tengo ni puñetera idea de economía, sé que voy notar en la mía cuando el Ayuntamiento de Málaga me suba el Impuesto de Bienes Inmueble (IBI) casi un 5%, el de circulación un 4%, los aparcamientos municipales un 5%, la zona azul, un 4%, y cada vez que me suba a un autobús me costará 0’90 euro. Pero lo más sangrante será que cada vez que un ciudadano de Málaga abra el grifo para cualquier necesidad sabrá que le estará costando un 50% más. Claro que si calculamos que una persona produce 150 gramos de excrementos al día sin incluir el orín, hagan el cálculo y verán que en un mes cada ciudadano ha expulsado cerca de 5 kilos. Por mi parte, y valga la redundancia, una parte de esa subida estaría justificada, si es que a las personas de los servicios operativos de este Ayuntamiento malagueño les llega esa subida en euros cada mes en su sueldo; me refiero a los que limpian y mantienen en perfecto estado el alcantarillado que tanto repele a ciertas personas, cuando es su mierda la que circula por esas tuberías. A veces lo escatológico parece algo tabú que a nadie le agrada hablar por la “educación” recibida, cuando no es ni más ni menos tan natural como la vida misma, como decía Quevedo en “Gracias y Desgracias del ojo del Culo”, que con los ojos de la cara se puede pasar y vivir, pero sin el del culo ni pasar ni vivir. Lo mismo que decir de un hombre con edad perdida por los años, creyéndose un cuarentón que va en busca de una mujer para pasar un rato encamado, sin reconocer que en su edad el riego sanguíneo que le sube a la cabeza adquiere preferencia al que va destinado a sus partes blandas.
Sobre el carnet de conducir por puntos que se ha puesto en vigor castigando a los que circulan hechos unos irresponsables por calles y carreteras como si fuesen amos y señores; a los que hablan por el teléfono portátil o móvil soltando el volante para cambiar de marcha; a los que a los stops no les hacen ni puto caso; a los que su hígado les va faltando el respeto por el mostagán ingerido demás; a los que para ellos los semáforos son siempre verdes; a los que tiran las colillas encendidas por la ventanilla en vez de apagarlas en el cenicero, y etcétera, etcétera. Aunque lo que voy a decir sé que caerá en saco roto, yo también les restaría un punto, solo uno, en el carnet de conducir a los guarros que se hurgan en la nariz soltando su asqueroso bichito por la ventanilla con tal disimulo que parecen decir adiós con los dedos pulgar, índice y corazón. Estos mocosos también descuidan el volante al sentir el hondo placer de la extracción de su albondiguilla, por eso deben ser castigados, y si no que sea por marranos.
Y para terminar deben saber que a los políticos no se les debe nada. Ellos son los que nos deben a nosotros y están obligados a servirnos el tiempo que dure la legislatura. Deben hablarnos con naturalidad, y que se olviden de los estereotipos y poses emulando a otros.
Reciban un saludo.


Juan J. Aranda
Málaga octubre 2004