viernes, marzo 10, 2006

COMENTARIO EN ROMAN PALADINO... 29/09/04

COMENTARIO EN ROMAN PALADINO SOBRE GIBRALTAR
Hace unos días tuve la ocasión de conversar con un señor gibraltareño en que me decía, en un andaluz cerrado, cínico y zezeante, que nuestras demandas sobre Gibraltar son más bien emocionales y casposas. Así empezó el hombre. Quizás lo de casposas lo diría creyendo que nuestra reivindicación es de hace décadas y voy a enumerar lo que se puede leer en “Ceuta y Melilla en la encrucijada de Gibraltar” de Jesús Salafranca, donde reyes y políticos de todas las tendencias están de acuerdo en ello, desde Felipe V, Carlos III, Marqués de la Ensenada, Modesto Lafuente, Baldomero Espartero, Cánovas del Castillo, Emilio Castelar, Sagasta, José A. Primo de Rivera, Claudio Sánchez Albornoz, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Niceto Alcalá Zamora, José María de Areilza, Francisco Franco, Indalecio Prieto, Ramón Pérez de Ayala, y tantos españoles que sentimos esa chinita en el pié desde hace tres siglos. Yo le dije que la forma grosera por parte del gobierno de Caruana y de su Graciosa Majestad, que maldita la “gracia” que tienen los hijos de la Gran Bretaña con todo el pueblo español, es impertinente y prepotente para los tiempos que corren. Yo creo que la culpa de muchas cosas la tenemos nosotros, más bien los gobiernos de turno. Ellos, los nacidos en la Roca utilizan nuestras carreteras. La autopista, .... ¡sin peaje! para llevarlos a Sotogrande, Marbella, La Alcaldesa y otros lugares de la Costa del Sol, la pagamos todos nosotros con nuestros impuestos. Yo, a pesar de no tener ni puñetera idea de asuntos fiscales (para eso tenemos al señor Solbes), me voy a permitir recomendarle al jefe de este ministro, nuestro Presidente, el del buen talante, que a los llanitos se les cobre un impuesto o tasa por usar nuestras carreteras, igual que el que pagamos todos los que poseemos vehículos cada año, que cada vez son más y más caros. Gravar a todas las sociedades con sede en Gibraltar con una tasa especial. Sobre los giros postales remitidos en España y dirigidos a la Roca, creo que siguen prohibidos. Gravar sus embarcaciones deportivas que naveguen por nuestras aguas y atraquen en nuestros puertos. Cuando vayan a jugar al golf a nuestros pueblos cercanos aplicarles unas medidas severas de entrada y salida de “su” Roca, con largos controles muy férreos. Complicarles el uso de su aeropuerto para que al menos tengan razón cuando dicen que somos emocionales en nuestras reivindicaciones. Construir un gran aeropuerto cerca de La Línea para que los campogibraltareños no tengan que desplazarse a Málaga, a dos horas de distancia, para tomar un avión. Yo creo que para hablar con estas personas, andaluces aunque no les agrade serlo, hay que hacerlo con voz firme y sonriente; a los controles, que se les haga explicarles el mal de la droga y la inmigración pirata que comercia con personas.
De nada me valía enumerar fechas y datos de la historia de la Roca de Calpe. Me daba la impresión de que no deseaba entender nada de la traición de que fue objeto España por parte de la Gran Bretaña. No quería entender, ni creo que en su colegio de Gibraltar le enseñaran que España fue expoliada en 1704. No quería saber ni entender que hasta el 30 de septiembre de 1710 se daban salvas de honor en cada cumpleaños del Rey Carlos III. Sobre el Tratado de Utrech, en su artículo 10, tampoco “tenía idea”. Para recordatorio de los lectores este artículo dice: “Si en algún tiempo a la corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, o enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que siempre se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla”. O sea, y hablando en Román Paladino, que se tienen que joder los queridos llanitos andaluces de la Roca de Calpe, porque antes de que tengan una independencia deben volver a ser españoles.
Al final de la discusión se atrevió a decirme que nuestras reivindicaciones son una gilipollez, porque en los tiempos que estamos ya no “cuajan” en Europa. Yo, claro está, le contesté que una persona inoportuna, que suelta tonterías sin ton ni son, que se cree alguien , más bien presumido y vulgar sí que es un gilipollas. Este hombre tiene un coche de gran cilindrada, es un pedante sabelotodo, su vocabulario es muy pobre y vulgar, y a pesar de todo se cree alguien, cuando solo es eso, un gilipollas.
Reciban un cordial saludo.

Juan J. Aranda
Málaga 29 septiembre 2004