Reflexión sobre la intolerancia 05/01/2004
REFLEXIÓN SOBRE LA INTOLERANCIA
He leído lo que Emilio Francisco Amo dedica a los autores del insulto (yo lo llamaría bofetón) a nuestra Cultura, nuestras Raíces, y también nuestra Historia, con mayúsculas. Me refiero al incendio del Santo Entierro en los antiguos locales de Obras Públicas. La llamada que hace a todos los melillenses para la defensa de nuestra idiosincrasia, particularmente a las comunidades musulmana, a la hindú y a la hebrea a que repelen públicamente con seriedad y tenacidad el destrozo del Santo Entierro. El fenómeno de destrucción que poseen unos adolescentes, y también adultos, desarraigados, pero con muy mala leche; como la destrucción de los coches en los garajes de algunas viviendas del Paseo Marítimo. Romper, causar daño, porque sí, quemar solo por el placer del regodeo y el disfrute de ese analfabetismo pseudo religioso e intolerante de algunas personas. La malignidad, el goce de hacer daño es algo que a las personas bien pensantes no les cabe en la cabeza. En nuestra lengua castellana existe un amplio catálogo de palabras que definen esta clase de hechos: Atropello, afrenta, injuria, vileza, entre otras. Todo esto debe hacernos reflexionar desde lo más profundo de nuestras almas; digo almas por darle un tinte romántico, o más bien del rincón donde se aloja la temperancia y la moderación que tenemos todos en un lugar del cerebro. No vamos a tomarnos aquello de: “ Ojo por ojo...”, porque entonces en el mundo estaríamos todos ciegos. Yo me hago unas preguntas a boleo: Porqué, a qué es debido ese fenómeno tan destructivo y tan ruin de unos pocos hacia una comunidad multicultural y de todos los “multi” que queramos que existan en Melilla. Hace poco la Comunidad hebrea sufrió en carne propia la destrucción de lo más sagrado y sublime que tenemos las personas: El destrozo y pintadas obscenas en sus tumbas en el cementerio. También la bronca que le brindaron unos gilipollas xenófobos con barniz homófobo en el cine cuando proyectaban la película El Pianista, ya que se trataba de la historia de un judío perseguido por los nazis durante la II Guerra Mundial. Los que tenemos a nuestros seres queridos enterrados en La Purísima nos sentimos hebreos al enterarnos de tales hechos vandálicos. Igualmente hubiera sido musulmán si alguien hubiese profanado el cementerio cercano al Fuerte de La Purísima.
Los derechos humanos son : Educación, cultura, salud y alimentación; todo lo demás es absurdo y una pura y real demagogia. Yo pienso que todos los violentos tienen miedo de las ideas de los demás y muy poca fe en las propias. Manuel Azaña decía que había que gobernar con leyes y con razones.
Reciban un apenado y cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 5 de enero de 2004
He leído lo que Emilio Francisco Amo dedica a los autores del insulto (yo lo llamaría bofetón) a nuestra Cultura, nuestras Raíces, y también nuestra Historia, con mayúsculas. Me refiero al incendio del Santo Entierro en los antiguos locales de Obras Públicas. La llamada que hace a todos los melillenses para la defensa de nuestra idiosincrasia, particularmente a las comunidades musulmana, a la hindú y a la hebrea a que repelen públicamente con seriedad y tenacidad el destrozo del Santo Entierro. El fenómeno de destrucción que poseen unos adolescentes, y también adultos, desarraigados, pero con muy mala leche; como la destrucción de los coches en los garajes de algunas viviendas del Paseo Marítimo. Romper, causar daño, porque sí, quemar solo por el placer del regodeo y el disfrute de ese analfabetismo pseudo religioso e intolerante de algunas personas. La malignidad, el goce de hacer daño es algo que a las personas bien pensantes no les cabe en la cabeza. En nuestra lengua castellana existe un amplio catálogo de palabras que definen esta clase de hechos: Atropello, afrenta, injuria, vileza, entre otras. Todo esto debe hacernos reflexionar desde lo más profundo de nuestras almas; digo almas por darle un tinte romántico, o más bien del rincón donde se aloja la temperancia y la moderación que tenemos todos en un lugar del cerebro. No vamos a tomarnos aquello de: “ Ojo por ojo...”, porque entonces en el mundo estaríamos todos ciegos. Yo me hago unas preguntas a boleo: Porqué, a qué es debido ese fenómeno tan destructivo y tan ruin de unos pocos hacia una comunidad multicultural y de todos los “multi” que queramos que existan en Melilla. Hace poco la Comunidad hebrea sufrió en carne propia la destrucción de lo más sagrado y sublime que tenemos las personas: El destrozo y pintadas obscenas en sus tumbas en el cementerio. También la bronca que le brindaron unos gilipollas xenófobos con barniz homófobo en el cine cuando proyectaban la película El Pianista, ya que se trataba de la historia de un judío perseguido por los nazis durante la II Guerra Mundial. Los que tenemos a nuestros seres queridos enterrados en La Purísima nos sentimos hebreos al enterarnos de tales hechos vandálicos. Igualmente hubiera sido musulmán si alguien hubiese profanado el cementerio cercano al Fuerte de La Purísima.
Los derechos humanos son : Educación, cultura, salud y alimentación; todo lo demás es absurdo y una pura y real demagogia. Yo pienso que todos los violentos tienen miedo de las ideas de los demás y muy poca fe en las propias. Manuel Azaña decía que había que gobernar con leyes y con razones.
Reciban un apenado y cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 5 de enero de 2004
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